Podemos ser libres

Libertad. ¿Quién no quiere ser libre? Pero, ¿realmente lo somos? En esta publicación no pretendo nada más que, en base a ciertos datos, el reflexionar sobre hasta qué punto somos o no somos libres realmente.

El psicólogo Benjamín Libet llevo a cabo un experimento en los años 80 (Libet, Gleason, Wright y Pearl, 1983) que arrojo unos resultados curiosos. Resumiendo, los participantes del estudio debían tocar un botón cuando ellos voluntariamente decidieran hacerlo. Se les acoplaba además un electroencefalograma para medir la actividad cerebral durante todo el proceso.

Tras analizar los datos, se perfilo una secuencia que chocó a los investigadores. Primero se presentaba lo que llamarón potencial de disposición, un cambio en la actividad eléctrica de la corteza motora y el área motora suplementaria. Seguidamente el deseo consciente de tocar el botón y finalmente la propia acción de tocar el botón. De esta forma, parece ser que antes de ser conscientes de que vamos a realizar algo, el cerebro, esa parte más automática, ya ha decidido lo que vamos a hacer.

Por lo tanto, y a la vista de este experimento y otros posteriores que lo han reafirmado, como el de Platt y Glimcher (1999) con monos Rhesus, habría que reflexionar sobre cuánta libertad tenemos realmente, y cuántas de nuestras acciones no están marcadas de forma automática por “nuestra programación cerebral”. Cuando nosotros nos hacemos conscientes de que queremos llevar algo a efecto, nuestro cerebro previamente ya habría tomado la decisión de hacerlo. Parece que negarían estos estudios lo que se considera la voluntad libre.

Daría mucho para hablar estos tipos de experimentos y los resultados que arrojan. ¿Cómo se programa el cerebro? ¿Qué función puede tener en ello tanto el condicionamiento clásico como el operante? Cuando estoy sentado en casa en el sofá y decido levantarme y salir ¿esa decisión que creo que es exclusivamente mía, es realmente de una parte inconsciente de mí? En cuyo caso entonces, mi parte consciente sería simplemente como un registrador de esa actividad inconsciente. Otros autores cuestionan las conclusiones que se han realizado con estos experimentos y las definiciones de los conceptos incluidas en ellos (Romero, 2016).

Habrá que seguir los pasos de este tipo de estudios, a ver qué resultados arrojan a favor o en contra de esa realidad que se nos antoja, así a bote pronto, casi surrealista.

REFERENCIAS

Libet, B., Gleason, C.A., Wright, E.W. y Pearl, D.K. (1983). Time of conscious intention to act in relation to onset of cerebral activity (readiness-potential). The unconscious initiation of a freely voluntary act. Brain 106, 623-642

Platt, M. y Glimcher, P. (1999). Neural correlates of decision variables in parietal cortex. Nature 400(6741), 233-238

Romero, V.M. (2016). ¿Los experimentos de Libet niegan la existencia de la voluntad libre? Signos filosóficos, 18(36), 88-117


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