Hablemos de nuestra mente. Para empezar comentaré algo rápido pero que me ha llamado la atención de una de las nuevas películas de Disney. En concreto, la de Luca. En una parte, el prota, Luca, tiene miedo de bajar por una pendiente muy empinada con su nuevo amigo Alberto. Así a grandes rasgos, en ese momento Alberto le dice a Luca que ese miedo es Bruno hablando. Luca pregunta por Bruno y ese Bruno para Alberto es la mente hablando y diciendo cosas.
Este poner nombre a la mente, es una técnica que suele usarse en ocasiones en la Terapia de Aceptación y Compromiso para trabajar la defusión, para comprender que lo que la mente piensa y nos dice ni somos nosotros, ni tiene porque ser cierto. La mente nos cuenta historias, sin parar. Mantiene un diálogo interno constante. Es como si hubiera con nosotros alguien hablándonos todo el rato, contándonos una versión de la vida. Su versión para ser exactos. ¿Le haríamos caso a todo lo que nos cuenta esa persona? Pues así es nuestra mente.
Todos sabemos y hemos oído en varias ocasiones que nuestro cerebro comete fallos a la hora de procesar y analizar información. Esto se debe a la facilidad que tiene para encontrar patrones incluso en aquellos lugares que nos lo hay. Solo tenemos que pensar en las veces que miramos las nubes y le damos formas, o en las vetas de una pared. Esto ha pervivido en nuestra historia como especie desde el principio de los tiempos, por lo tanto parece ser que evolutivamente, es algo que nos resulta útil. Aunque como todo, en ciertas ocasiones traiga algunas consecuencias no tan agradables.
¿Por qué? Esos patrones que apreciamos, suelen estar basados en aquellas experiencias que hemos tenido a lo largo de nuestra vida. De ahí que no todos veamos los mismos patrones, y que no percibamos la realidad de la misma manera. Y ver conejos en una nube, no tiene en sí mayor gravedad, pero ver patrones, o tener que seguir patrones determinados que nos creamos, y creemos, sí puede tener en ocasiones consecuencias. Me viene a la cabeza las situaciones que pueden darse en un TOC.
Por lo tanto, si cualquier patrón que nuestra mente nos cuenta, lo damos por válido sin refutarlo, puede que haya ocasiones en que se limite nuestra vida y nos impida incluso avanzar en esa vida con significado y guiada por nuestros valores. Debemos hacernos consciente de que eso surge en nuestra mente, y atender a la experiencia real. Un matiz. No es cuestión de luchar contra ese patrón que aparece (esa idea). Es cuestión de observarlo, y de no actuar guiado por él, sino por los valores que tenemos, por aquello que le da un significado a nuestra existencia.
El último punto que quiero tratar a la hora de los errores que comete nuestra mente , es lo que se conoce con el nombre de sesgos. Son simplificaciones, atajos que nuestra mente realiza para procesar la información que recibe y que, por desgracia, casi siempre van a llevarnos a un error.
Muchos son los sesgos conocidos. El sesgo de confirmación nos lleva a fijarnos solo en aquella información que está a favor de nuestras ideas y a no hacer aprecio a la información contradictoria. El sesgo del observador lleva a un investigador a influenciar sin darse cuenta en sus propios experimentos. El sesgo egocéntrico nos lleva a tomar de forma personal lo que nos acontece y a dar por válidas creencias positivas sobre nosotros .
Y como estos, otros muchos sesgos podría comentar: anclaje, hiperbólico, autoridad, … Y todos, por muchos estudios, conocimientos, o inteligentes que nos creamos, estamos expuestos a ellos. Lo único que nos queda para protegernos de estos sesgos, es ser conscientes de que están ahí, y de que efectivamente nos van a afectar.
Diálogo interno, patrones, sesgos. Todo ello forma parte de la forma de trabajar de nuestra mente, y mostrarnos una realidad que ella va generando y que en ocasiones, acierta, y nos ayuda. Pero debemos ser conscientes de que en otras ocasiones no, y si creemos a pies juntillas todo lo que nos narra, podemos estar viviendo en “su realidad” y no en la nuestra. Y eso puede llevar a que hagamos cosas en base a esa realidad, que nos aleje de nuestros intereses y de aquello importante y con significado en nuestra vida.