Intuición y felicidad

Intuición, curioso, y esquivo, concepto que aúna misticismo, ciencia y un sin fin más de elementos. Sería difícil delimitarlo mediante la ciencia, precisamente por eso de esquivo. Quizá simplemente sea ser consciente de las señales que están a nuestro alrededor.

Cuenta una historia que un piloto de Fórmula1 al llegar a una curva cerrada, sintió la imperiosa necesidad de frenar el coche más de lo que debiera si quería tener buenos resultados. Al completar la curva vio que había un coche en mitad de la pista porque había sufrido un accidente. El ir más despacio le permitió frenar del todo antes de estrellarse contra él. Cuando le preguntaron no supo explicar bien el motivo por el cual disminuyó tanto la velocidad, cuando la lógica de querer ganar indicaba seguir a un ritmo mucho más elevado. Un grupo de psicólogos, analizando el caso, decidieron ponerle el vídeo del momento y que lo viviera nuevamente. Cuando lo vio, se dio cuenta que los espectadores en ese tramo del circuito, no le estaban mirando a él al pasar, sino a otro punto un poco más allá del final de la curva. Esa fue la clave que le indujo a aminorar, y de la que no fue consciente en ese momento.

Esta historia viene a representar lo que a veces suele comentarse sobre la intuición. Nuestro cerebro procesa miles de datos al segundo. De algunos somos conscientes, y de otros no. Todos unidos nos dan las pautas en algunas de nuestras elecciones.

Hacernos más presentes en nuestro aquí y ahora, puede quizá acercarnos a ser más conscientes de los motivos de esas elecciones que a veces no sabemos bien explicar a qué se deben. Algo, que sin duda, estaría interesante estudiar más en profundidad con la ciencia en la mano.

Hablemos también de la felicidad. Otro concepto también curioso. Algo que parece que todo el mundo busca, pero que pocos encuentran. Y no será por falta de promesas para alcanzarla. Ten esto, compra lo otro, consigue lo de más allá,… Y lo tenemos, lo compramos y lo conseguimos, pero parece que esa sensación tan maravillosa que se nos prometía, es a la vez efímera. Y más de lo que pensábamos. De hecho, algunos estudios parecen indicar que existe un parámetro base en nuestro cerebro para la felicidad/tristeza. Cuando nos alcanza alguno de ellos, pasado un tiempo volveríamos a cierta estabilidad tras ese acontecimiento trágico o alegre. Un estudio de Richard Davidson puso de manifiesto que la actividad relativa entre la corteza prefrontal izquierda y la derecha era un indicador de felicidad (a más actividad izquierda, mayor satisfacción). Aún queda hacer más estudios en neurociencia para entender mejor este concepto.

Mientras tanto, podemos darnos cuenta de que cuando alguien te comenta que le gustaría ser feliz, y le preguntas que te describa como sería ese ser feliz, en ocasiones la respuesta innata que surge es «no sé». Si se profundiza algo más, ya empiezan a surgir ideas. Parece que a veces ese «quiero ser feliz» es un mantra que nos repetimos, pero que realmente no nos hemos parado a pensar en cómo llegar a él.

Algunos teóricos del budismo intuyen que esa felicidad que buscamos, realmente no sabemos nombrarla bien, y lo que en sí estamos buscando es esa paz o calma mental que nos mantenga tranquilos y en armonía con la vida que vivimos.

Unamos ahora ambos en una pregunta, vaya rodeo para llegar aquí. ¿Intuyes qué es lo que te hace feliz? Si tu respuesta es sí. ¿Sabes qué acontecimientos, a lo mejor ya inconscientes, han ocurrido en tu vida para pensar qué esa es tu definición de felicidad?

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