¿Podrías levantarte de la silla, acercarte a la puerta y volverte a sentar? Si no hay ningún impedimento físico, real, no debería haber problema. Lo que hacemos podemos controlarlo, como en una publicación anterior ya comenté. Profundicemos en ello. Si te pusiera una mochila 5 kgs, ¿podrías? Con algo más de esfuerzo, pero seguramente podrías. Ahora bien, si la mochila es de 1000 kgs, tendríamos un estímulo externo que nos impediría, de forma real, el poder llevar a cabo esa acción.
Si yo te cuento ahora mismo una noticia muy mala para ti, que te cause de forma repentina una gran tristeza o ansiedad que te deje, como popularmente se dice, aplastado en la silla, ¿podrías en esta ocasión hacerlo? Si nos fijamos en los hechos reales, sí. No habría impedimento físico interno ni externo para no realizarlo.
Sin embargo, seguramente haya un porcentaje considerable de personas que opinaran que no, que no podrían ni levantarse de la silla. Atrapadas por ese impacto emocional, sentirían que es inviable llevar a cabo ninguna acción. Y esto es algo muy natural cuando algún malestar emocional “nos secuestra”. Nos impide llevar a cabo aquellas acciones que consideramos valiosas para nuestra vida.
Si en esta exposición, añado que al levantarte de la silla e ir a la puerta voy a darte algo que para ti es importante, ahora o en un futuro, puede que tengas una mayor motivación para realizar la acción. Será mayor cuanto menos tiempo pase en darte ese algo que es importante.
Y aquí están los dos puntos que quería destacar en esta ocasión. Los valores, lo importante en nuestra vida, puede ser un motor para sobreponernos a esa fusión con nuestras emociones. Por otro lado, si algún tipo de malestar o sufrimiento se interpone para llevar a cabo esas acciones valiosas, a veces nos cuesta ver que a largo plazo estará esa recompensa, esa plenitud que buscamos, aunque ahora, todo lo que nos “pide el cuerpo”, es estar sentados en la silla y no levantarnos a la puerta.
Con malestar, con sufrimiento, con ansiedad, con miedo, con estrés, con tristeza,… podemos caminar, aunque no nos guste, aunque no sean las mejores condiciones, en esa dirección que le da valor a nuestra vida. Y los resultados los obtendremos a largo plazo. ¿Merecerá la pena?
Imagínate ahora que te someto a la prueba del polígrafo. Si te apunto con una pistola y te digo que como sientas ansiedad en los próximos minutos te voy a disparar, va a estar complicado que seas capaz de controlar esa ansiedad. Es instintiva y automática, y se activa ella sola frente a los estímulos internos o externos que nos acontecen (como el resto de las emociones). Sin embargo, si te digo que dispararé si no pasas la aspiradora o cambias un jarrón de sitio, esta vez, seguramente, me ahorraré la bala.
Otro ejemplo. No pienses en un elefante rosa. Al final acabará surgiendo. Si te digo que no pienses en un limón mientras te estoy hablando de él, de su textura, color, sabor, te lo voy a poner muy complicado. Si te digo que no te des palmadas en la cabeza, que no levantes tu brazo derecho, que no apoyes la mano sobre la mesa, esta vez sí podrás hacerlo.
Debemos ser conscientes de que hay elementos en nuestras vidas que no podemos controlar, que surgen sin ser llamados y, muy importante también, que no se van a ir simplemente porque nosotros lo queramos. Si nuestro foco para mejorar en nuestra vida y darle a esta más significado se pone en aquello incontrolable, no solo no estaremos igual o peor, sino que además estaremos gastando una energía muy valiosa que podríamos aprovechar para poner nuestro foco de atención en aquello que sí podemos controlar.
En la vida, no todo está en saber cuánta fuerza tengo para afrontar esas situaciones problemáticas. Es especialmente importante saber en dónde voy a usar dicha fuerza. Así, alguien menos fuerte pero que se aplica en donde debe, puede obtener mejores resultados que aquel más fuerte que se centra en donde no hay control ninguno.
¿Sabemos diferenciar las batallas que no tenemos posibilidades de ganar, de aquellas en las que sí tenemos alguna posibilidad? Ahí empieza nuestro trabajo individual.